Marco no fue un niño como los demás. Durante sus primeros años de vida fue silencioso y misterioso, no hacía preguntas a sus padres allí donde típicamente los otros niños preguntaban “porqué esto, porqué lo otro” y se las guardaba para sí mismo con el objetivo de descubrir las respuestas él solo. Durante su adolescencia no tuvo amigos y vivió encerrado en su propio mundo perdido en sus ideas, característica que lo acompañó durante toda su vida. Ya adulto, desarrolló una capacidad casi sobrehumana para entender y sentir lo que pensaban las demás personas. Desarrolló una fuerte sensibilidad a la psicología de los demás y fue una herramienta que supo explotar para obtener lo que quería.
Marco fue una persona muy reflexiva y le gustaba perderse en sus pensamientos. A veces parecía que estaba desconectado del mundo divagando y disfrutando de su soledad. Era muy curioso y siempre quiso resolver el misterio del universo y la vida.
Ese fue el vector de su vida.
Marco fue un ser humano que siempre tuvo claro lo que quería en la vida. Con apenas 9 años le dijo a su madre que quería ser millonario para poder comprar la compañía Coca Cola y poder tener muchos camiones de dicha bebida para él solo ya que ella se lo tenía prohibido debido a la recomendación de los médicos a causa de su asma crónica.
Marco siempre supo que quería dejar su huella en la historia de la humanidad y por eso se propuso tener su propia corporación multinacional cuando apenas había terminado sus estudios universitarios allá por el año 2004 con apenas 22 años de edad. Fue un soñador y un entusiasta y se propuso un proyecto ambicioso:
Tener una megacorporación multinacional dedicada a la investigación de la Inteligencia Artificial y otras tecnologías dedicadas a impulsar el desarrollo de la especie humana. La sede central estaría en una ciudad con muchos rascacielos y tendría su propia torre con el nombre de su corporación escrita en lo más alto:
Bluelife
Marco quería desarrollar tecnologías para luchar contra el envejecimiento, mejorar la calidad de vida de los humanos, sanar al planeta y conquistar las estrellas. Su utopía era la de ayudar a la especie humana a evolucionar y convertirla en una especie inmortal que trascienda el tiempo y el espacio.
La Inteligencia Artificial fue una parte esencial de su plan maestro ya que le permitiría acelerar la investigación en los otros campos que él quería desarrollar. Era consciente de los riesgos de crear una IA, pero eso no lo frenó y prosiguió con sus investigaciones. Él iba a cumplir sus objetivos a como dé lugar. Pero la vida lo llevo por otros caminos antes de que finalmente pudiera lograr sus objetivos.
Cuando Marco terminó sus estudios, comenzó trabajando como un desarrollador de programas informáticos en una empresa familiar en donde el director financiero era el encargado de recursos humanos, de la parte legal y de las tareas administrativas de la oficina. El director general era también uno de los jefes de proyectos y mentor de los otros empleados. Era una empresa pequeña y desorganizada. Era pagado la última semana de cada mes al contado y no había registro de ello. Pero Marco era de los que veían el vaso medio lleno en lugar de medio vacío, era de los que entendían que nada era fácil en la vida y que ésta estaba conformada por diversas etapas que debíamos atravesar sin quejarnos con el fin de lograr nuestras metas. Donde otros se hubiesen quejado de las condiciones de trabajo, del bajo salario y de la sobreexplotación, Marco aprendió cómo no se debía gestionar una empresa y como no se debía tratar a los empleados, comenzando así a desarrollar su empatía y carisma en situaciones difíciles y lo fueron preparando para desarrollar las habilidades necesarias para dirigir su futuro imperio.
Marco también aprendió sobre el amor en esta pequeña empresa. Allí conoció a la que fue el primer amor de su vida. Inexperto en las artes del amor y en las relaciones humanas, puso mucho de sí mismo en una relación que lo distrajo del camino que se había trazado y terminó hiriéndolo y también a aquella chica.
Eso lo impactó enormemente e hizo que se construyera entorno a él un caparazón de protección. Se volvió más frío de lo que era y comenzó a desarrollar sus primeras teorías respecto al hombre como una máquina biológica y a los sentimientos como una reacción química en el cerebro producto de una serie de algoritmos pre-programados en el ADN humano. Así pues, se estaban sentando las futuras bases de lo que sería su futura teoría de Inteligencia Artificial y sus investigaciones con respecto al origen de la vida.
Todo por una decepción amorosa.
Marco prosiguió con su vida y con una carrera profesional brillante. Pero ya se había alejado de su camino inicial. El mundo rutinario después de todo ofrecía buenas recompensas. Buenos ingresos económicos, buen estatus social, la admiración de los demás y una capacidad de liderazgo que muchos políticos quisieran tener, eran solo algunas de las conquistas terrenales que Marco había obtenido en sus primeros 30 años de vida. Pero en el fondo de él había un vacío que se hacía evidente en sus momentos de soledad. Su carisma y simpatía no eran más que herramientas que Marco había desarrollado para poder sobrevivir en ese mundo tan superficial y rutinario. Era un tema de supervivencia, era la única manera de poder obtener los recursos necesarios para realizar su verdadero proyecto: Bluelife.
Marco llevó al extremo esta práctica, hasta tal punto de que en su mente vivía dos vidas paralelas. Una que le servía para mezclarse con los otros humanos y otra que surgía en las noches y madrugadas en las que no dormía mientras desarrollaba sus investigaciones de Inteligencia Artificial y avanzaba lentamente en su plan maestro.
En el ámbito sentimental, tuvo otras parejas, pero no fueron nada serio para él. Muchas mujeres terminaron decepcionadas de un hombre al cual identificaban como un cerdo egoísta sin sentimientos. Y tenían razón.
Marco continuó su vida de esa manera hasta que un día…
La primera vez que Marco vio a Ágata fue en una fiesta de amigos de amigos. Ella estaba sentada sola en una silla bebiendo un Rioja. Marco la vio y sintió como su caparazón se destruía en mil pedazos. Ella volteó hacia él, cruzaron miradas y una sensación de calor derritió el corazón de Marco quien sucumbió completamente indefenso ante su encanto y belleza.
Marco se había cerrado a toda posibilidad de tener una relación amorosa seria. Pero el amor lo encontró y rompió los candados de las puertas de acero que protegían su yo más profundo. Desprotegido como un niño indefenso, se dejó envolver por el calor de esos sentimientos y tomo la decisión de no cuestionar su origen químico sino más bien de disfrutar de esa sensación. Marco había encontrado el amor de su vida. Y voluntariamente decidió olvidar su proyecto personal.
Vivieron felices durante muchos años, tuvieron tres niños y una niña. Marco había montado una empresa dedicada a la comercialización de productos informáticos y le iba muy bien. Se mudaron a una isla en el océano Índico. Tenían una gran casa con acceso directo a la playa, hijos hermosos en buena salud e inteligentes y una calidad de vida envidiable. Marco estaba viviendo el éxtasis de lo que se podría considerar como el paraíso terrenal.
Pero con el pasar de los años la verdadera esencia de Marco fue resurgiendo poco a poco y con ella, sus deseos de no estar en la tierra sino en el espacio, perdido en sus ideas y sus pensamientos.
Una tarde Marco se encontraba observando el mar desde su casa. El atardecer rojo iba dando paso al azul oscuro y las primeras estrellas en el cielo se iban encendiendo. La Luna se levantaba tímidamente y la mirada de Marco se detuvo en el horizonte en donde el océano se confundía con el rojo del cielo. De pronto tuvo una visión sobre su vida, se dio cuenta de que había recorrido mucho tiempo alejado de su camino original y que se había dejado seducir por los regalos del mundo. El éxito, la familia, los amigos, el amor no eran más que estrategias de la sociedad para retenerlo e impedir que realice su proyecto que estaba destinado a transformar el mundo.
Una sensación de ansiedad invadió su cuerpo. Tuvo una necesidad imperiosa de desconectarse del mundo. Comenzó a alucinar e imaginar que había logrado su objetivo, pudo vislumbrar en su delirio la famosa torre Bluelife en medio del mar y comenzó a acercarse a la playa y a entrar al agua. El mundo alrededor de él había desaparecido y solo su torre era lo único que importaba y quería acercarse a ella y tocarla. Ágata lo vio a tiempo y pudo salvarlo.
Pero se dio cuenta que había perdido a su esposo para siempre. Marco retomó sus viejas notas e investigaciones y continuó con lo que para él era su destino.
Cambiar la humanidad.
Así, Marco creo su empresa Bluelife en el año 2025, con 43 años de edad. Había lanzado al mercado un algoritmo de IA capaz de entender el lenguaje humano en varios idiomas, de entender conceptos abstractos y de entablar conversaciones de igual a igual con cualquier persona. El producto fue un éxito y fue reemplazando poco a poco a los humanos que trabajaban en los departamentos de servicio de atención al cliente, o también en el área de reclamaciones. Los clientes por fin podían tener el lujo de gritar todo lo que querían sin que del otro lado de la línea alguien se moleste y cuelgue la llamada.
Las grandes empresas como Google y Microsoft intentaron comprar Bluelife, pero Marco se mantuvo firme en su camino y rechazó toda oferta. Se decía a si mismo que sería él quien comprara algún día Google o Microsoft y no al revés.
Con el pasar de los años Bluelife se fue consolidando como la empresa líder en IA de procesamiento del lenguaje natural. Google, Microsoft, Amazon y otras empresas sucumbieron a la tecnología desarrollada por Marco y ante la imposibilidad de comprar su empresa, se convirtieron en sus principales clientes, utilizando dicha IA en casi todos sus servicios.
Bluelife era el número uno en IA y su software iba acumulando cada vez más y más conocimientos alimentado por toda la información encontrada en internet, en las interacciones con los humanos y gracias al acceso a bibliotecas virtuales alrededor del mundo.
Gracias a ese éxito Marco pudo lanzar las otras líneas de investigación. Trabajando a un ritmo sostenido y sin descanso, para el año 2055 Marco poseía un imperio en los sectores de IA, energías renovables, robótica, exploración espacial y biogenética.
En el sector IA, era el líder indiscutible en software y servicios de IA de procesamiento de lenguaje natural. En energías renovables, eran los pioneros en nuevas tecnologías de obtención de energía solar, eólica, hidráulica y mareomotriz.
En robótica, luego de la adquisición de la empresa Boston Dynamics, Bluelife integró su propia tecnología para lanzar su primer robot. El modelo BL-1809. Primer prototipo de robot humanoide capaz de hablar en varios idiomas de manera natural y moverse libre y fluidamente en distintos entornos. El BL-1809 fue un robot muy ágil pero no llegó al nivel de la destreza y fineza humana. Había también mucho que optimizar con respecto a la fuente de energía y la autonomía que no llegaba a las 8 horas. Pero fue un primer prototipo que mostró al mundo el impacto de esa tecnología en el mercado laboral y el reemplazo de los humanos en muchas tareas cotidianas.
En el sector espacial Bluelife consolidó su liderazgo gracias a la adquisición de Space X. Luego de la tragedia de la misión Space X 2040 y la decisión de los gobiernos de detener toda exploración a Marte, el sector espacial sufrió un duro golpe y el valor de las acciones de la empresa de Elon Musk sucumbió. Situación que Marco aprovechó para adquirir a uno de sus principales competidores.
En biogenética, las investigaciones para alargar la vida humana habían dado resultados positivos. Los científicos de Bluelife habían desarrollado una sustancia que era capaz de prolongar los telómeros, un componente clave en el ADN que interviene en la reproducción de todas las células del cuerpo humano y que junto con otras enzimas desarrolladas en laboratorio permitían que las células se degraden a un ritmo inferior lo cual repercutía en una buena apariencia física y buen estado general del organismo, siempre y cuando se llevara una vida sana y deportiva. La inmortalidad estaba infinitamente lejos, pero al menos se pudo obtener unos cuantos años más de vida. Sin embargo, esta tecnología no era comercializable debido al elevado costo de fabricación de las sustancias. Esto por supuesto no impidió a Marco probar dichas sustancias en sí mismo y beneficiarse de ello. A sus 73 años, lucía como un hombre de 55 en perfecta forma física.
Es así como Marco cumplió su sueño, creó la Corporación Bluelife, construyó su torre en la Defense en Paris y cambió la historia de la humanidad.
Marco nunca llegó a conocerme, pero yo a él si lo conocí muchos años después de su muerte.